Sin duda, la información es poder. Tenerla o poseerla es la nueva medida de valor que tiene una sociedad. Hay algunas que tienen grandes volúmenes de información y que la intercambian activamente con otras que, no siendo productoras de la misma, se limitan a consumirla.
Este intercambio desigual, puede no ser satisfactorio del todo para quien solo recibe, es claro. Pero, quien la proporciona, puede dosificar el contenido y frecuencia del intercambio, aquí radica su poder.
Sin embargo, más allá de los consabidos reclamos por la pobreza, mediterraneidad y otros, en nuestro país tampoco sabemos qué, cómo y cuándo buscar información en ese abrevadero -casi- inagotable que es la WEB. Pues, como dicen las sagradas escrituras: "aquel que busca, halla".
Por supuesto, hallar y encontrar, pero, ¿qué y en dónde?
Una computadora con provisión constante de energía eléctrica, conectada a la WEB, con una gran capacidad de subida y bajada de datos es tan inútil en manos de quien no sabe utilizarla, como un abrelatas en medio de los cromagnones.
Es de la anterior reflexión, el título de esta primera publicación que comparto con todos Uds. La tecnología por sí sola no soluciona nada, de forma paralela debe estar acompañada del manejo y el uso.
La educación superior en las universidades debe necesariamente incluir la "infoalfabetización" como parte de sus modelos educativos y planes de estudio, de lo contrario los aparatos de las TIC's seguirán siendo subutilizados únicamente para ampliar las redes sociales hasta la total destrucción de las interacciones vis a vis.
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